"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 21 de abril de 2024

LOS DOS PILARES DE LA EFECTIVIDAD GERENCIAL

"Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, 

nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos"


Viktor Frankl (1905-1997) 

Psiquiatra y psicoterapeuta austriaco




Cerró la oficina y subió al coche para volver a casa; su semblante era serio, algo preocupado. Fran estaba metido en un proyecto de cambio y no lo estaba pasando nada bien. Todo parecía descolocado, y su cabeza estallaba cada día, al no entender el por qué su empresa no funcionaba mejor una vez escrita la estrategia y variado las piezas en la organización.

Recordó a Tom; pensó en cómo le ayudó en la reestructuración necesaria tras los duros años 2008 y 2009. Y volvió a recurrir a él. Había cambiado el entorno, la empresa era otra y los clientes también, pero algo le decía que en el fondo, su problema era parecido.


Una de sus máximas fueron por entonces que el organigrama no era la empresa, ni una nueva estrategia solucionaba de manera automática un problema corporativo. Y sí, cuando hay problemas, una nueva estrategia es necesaria, y una reorganización también. Pero lo normal, y esta es la clave, una vez realizado esta fase, las empresas se detienen, no ejecutan. O sea, tenemos las piezas nuevas y/o en nuevos sitios en el tablero, y ya nos creemos que el trabajo está hecho.

"El resultado altamente probable, es que nada cambie después".- pensó Fran. Y así era. Tras los cambios impera el caos. Un caos útil, pensaba él, en el corto plazo. Pero a la larga, la vieja cultura, los viejos patrones, la inercia de la organización clásica persiste y le gana la partida a la fuerza necesaria para sacarnos de la zona cómoda del "siempre se hizo así, era mejor como antes, o al final me han dado la razón y han vuelto a lo que estábamos haciendo"...

Volvió con fuerza a su cabeza alguna frase más de Tom: "Si queremos un cambio, parece que no va solo de declaración de políticas, nuevas estrategias, planes, presupuestos y organigramas en el papel. Pero cuando se necesita, simplemente jugueteamos con la estrategia. Cambiamos la estructura. Y tal vez hoy, ahora, ha llegado el momento de cambiar nuestras maneras".


Fran pensó mucho y necesitaba conocer más sobre la efectividad gerencial, entendiendo mejor el triangulo que conformaba este vértice con la estructura organizacional y la estrategia. Ahora estaba más convencido que sin cerrar ese círculo, todo era postureo y gasto en cambios estructurales teóricos que nunca llegaban al nivel de inversión retornable hacia la soñada efectividad.

Tom recordó a Chandler y su famosa frase "la estructura sigue a la estrategia". Pero nada que ver con haz A seguido de B y échate a dormir, que el cambio vendrá solo; y además se quedará para siempre y tú vivirás mejor el resto de tu vida. 

Era cierto, pero no completo. Era necesario diseñar hacia dónde, y esto conllevaría una organización diferente. Pero las soluciones estructurales que dictaba la estrategia no eran únicas. Y además, los problemas principales no son normalmente de diseño, sino de ejecución y de adaptación continua.

Había dos grandes pilares que Fran empezó a entender, de nuevo: el primero debería ser obsesionarse con que las cosas se hicieran (ejecución), y el segundo mantenerse siempre flexible (adaptación continua).

La amenaza entonces de la búsqueda de la efectividad gerencial, que Fran empezó a comprender, no era otra que una cuestión de circularidad al contrario de su pensamiento lineal. Nada se para, todo vuelve, los ciclos se repiten...

Estrategia, cambio estructura, ejecución, estrategia, cambio, acción, estrategia, organigrama, hacer. Teorizar en la práctica, practicar en la teoría.


Y así llegó a casa, cansado por todo lo acaecido durante la semana, pero con ganas de descansar, vivir el fin de semana con la vorágine de las actividades familiares que le permitieran resetear y cargar esas pilas que necesitaría para seguir empujando a la acción flexible en su organización desde el mismo lunes, que sin remedio y por bien, llegaría en un abrir y cerrar de ojos.

domingo, 14 de abril de 2024

SOBRE LA QUEJA IMPRODUCTIVA

"El pesimista se queja del viento; 

el optimista espera que cambie; 

el realista ajusta las velas"


William George Ward (1812-1882) 

Escritor y teólogo inglés



Fran lo estaba pasando mal últimamente. Todos tenemos un quejica en nuestra vida, pero Luis era uno de los que más le estaba costando en su larga experiencia laboral. En este caso era un caso atípico, ya que además era el hermano del propietario y su actitud sorprendía más si cabe.


Normalmente el quejica siempre se queja, y además asume que el mundo le debe soluciones, a él y solo a él. Y es muy desconfiado.

Y ni que decir tiene que las quejas, las productivas, no son nada negativas. Incitan a una acción reparadora, ya que ha habido una ineficiencia o un incumplimiento, y empuja al cambio y a la mejora.

El peligro es cuando la queja pasa de constructiva a hábito, y el hábito se convierte en victimismo.

Volvía a casa pensando. Esto ocurre porque además de siempre quejarse nunca pasa a la acción. Solo da vueltas, se queja sin actuar, o lo que es peor, espera que alguien, el otro, o la magia provoque alguna solución milagrosa. Y esto se está empezando a contagiar. Las excusas. La actitud cómoda. Y todo se convierte en una forma de vida. Una vez que decides ser víctima decides no adoptar responsabilidad de hacer, de reparar, de cambiar. 

Y la queja improductiva pasó a ser una medicina muy dañina.

Tenía que hacerlo cambiar, o cambiarlo. Se trataba de pasar a la acción. Pensar qué se puede hacer. Qué acciones correctivas planificar. Cómo acercarse a las personas de confianza para que nos acompañen en el proceso de cambio, en el proceso de mejora. Cómo comunicar nuestra situación, nuestra meta, nuestras acciones y nuestros avances.

Su intención era llevarse a otra galaxia el victimismo, el sufrimiento, la queja improductiva. Y sabía que pasar a la acción cuesta. Porque el quejica piensa que todo sucede de fuera hacia dentro, y que nada ocurre por lo que decide, hace, dice...

Y además nada puede hacer o nada pueden hacer por cambiar su situación. Y si le ponen remedio a su queja, lo desestima; necesita seguir quejándose.

Al contrario, pensó Fran, se trata de mirar de dentro hacia afuera. Ser introspectivos, conocernos mejor, y al final, asumir la responsabilidad de lo que es nuestra propia vida.

Nuestros comportamientos y nuestras creencias nos limitan. Si algo no nos gusta, cambiemos las acciones, digamos en voz alta lo que no va bien, pidamos disculpas si algo lo hemos provocado nosotros, pero reparemos o hagamos que reparen lo que no va bien. Salir de la zona del victimismo y trabajar la queja productiva es bueno, contribuye a la mejora personal, laboral y la libertad que se tiene; y de esta manera se generarán relaciones, negocios y ámbitos sociales más respetuosos, responsables y satisfactorios para nuestro día a día.

Quejarse no es malo si busca mejorar su productividad o la de su empresa. Se trata de saber plantearla para que sea bien recibida. Ser asertivo ayuda, y no poco. La queja sana, centrada en hechos, basada en aumentar la productividad y plantearla siempre con actitud profesional, es buena y necesaria.

Y para quejarse bien, hay que hacedlo cuanto toca. Intentar hacedlo por escrito, de manera objetiva y comprensible. Si es en persona, mantener el autocontrol, las maneras, sin atacar a terceros, sino enfocado en cambiar lo que no está bien. Describir todo lo negativo que provoca la situación, el daño que se ocasiona a las personas involucradas y por ende, a la empresa. Y sobre todo, proponer soluciones, sin exigir y procurando empatizar.

El reto es proponerse no vivir instalados en la queja, y practicar la gratitud. Porque el problema no es la queja, sino el quejarse sin hacer nada respecto al malestar que sentimos.



Llegó a casa, agotado, pensando en el quejica, e intentó escribir antídotos ante las actitudes a las que le tocaba enfrentarse todos los días: generosidad, libertad para marchar y esperanza ante el cambio.

Ante el egoísmo del quejica profesional, la generosidad. Nadie es el centro del mundo, y liderar consiste en lograr un desempeño productivo y solidario que una al equipo para el logro de los objetivos de la organización. 

Nadie está obligado a quedarse en un puesto, o incluso en una organización, y menos si se queda estorbando. Está claro que habrá defectos, ineficiencias, pero aun siendo intolerantes con la corrección de errores y problemas, trabajar no es estar de vacaciones.

Ante el quejica, buena gestión y mejor liderazgo, y hacerle ver que si no hay acción hacia el cambio no tendrá equipo y el resto de profesionales le dejarán solo con su queja constante. Y por supuesto no olvidar que es corregible, y que trabajando, escuchando, e intentando incorporarlo al proyecto se puede trabajar en su formación, acompañándolo en la adquisición de competencias blandas, tan necesarias en el mundo actual. 

domingo, 7 de abril de 2024

CUESTIÓN DE ACTITUD

"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: 

la última de las libertades humanas 

la elección de la actitud personal que debe afrontar frente al destino— 

para decidir su propio camino."


Viktor Frankl (1905-1997) 

Psiquiatra y psicoterapeuta austriaco.




Esta semana la dividí en dos partes diferenciadas. En la primera recibí a Jose y la segunda visitamos a Pepe.


Avanzamos en nuestro objetivo de desarrollar el negocio y llevarlo a otra dimensión en un futuro próximo y teníamos claro la calidad de aliados que necesitábamos para conseguir que la hoja de ruta nos dirigiera a una meta que habíamos dibujado en nuestra visión empresarial.

Ya en casa, reflexionaba en lo diferente que le había ido a Jose y a Pepe, con las mismas oportunidades, compañeros de pupitre desde el cole, y culminando su formación en la misma ciudad, en la misma universidad.

Lo tengo claro, les separó la actitud. Dicen que la misma multiplica, pero si el coeficiente de actitud es mayor que la unidad (actitud positiva), el resultante será mucho mayor que si la actitud es menor que la unidad (actitud positiva), que resultará un producto minorado y tendente al estancamiento.

Grandes amigos, grandes oportunidades, diferentes formas de afrontar el camino.

Jose siempre se impuso objetivos, apuntaba alto, elegía fechas para conseguir lo que se marcaba y no desistía del intento. Pepe al contrario, vivía según se levantaba, improvisaba, y sobre todo, no era muy constante y se rendía en el momento que la dificultad afloraba un horizonte, casi siempre de corto alcance.

Jose entendía el trabajo como parte de su vida, un medio por el que conseguía lo que quería, disfrutando en y del camino. Por otro lado, Pepe siempre se quejaba, lo consideraba aburrido y monótono y más que un regalo, su trabajo era un castigo.

Por otro lado, Pepe no malgastaba tiempo en aclarar malentendidos, al contrario, era un rey del lío y los enredos. En cambio, Jose los evitaba, pero sobre todo cuando a veces el malentendido surgía, siempre inicialmente se auto-diagnosticaba a sí mismo para entender dónde había fallado, y nunca atacaba o reflexionaba sobre las imperfecciones de la otra parte.

Pepe se fustigaba con sus pensamientos cuando algo iba mal. Jose abusaba de la autopersuasión; la automotivación era su gasolina. Y nunca le faltaba un lápiz y un papel para anotar lo que su mente le dictaba, en cualquier momento, en cualquier lugar. Me decía que las ideas, igual que vienen, se van, y no se podía desaprovechar el regalo cuando llegaba hacia uno mismo, porque si no, otro lo recibiría.

Y mientras Pepe se hundía con los problemas y la culpa Jose los usaba de palanca para salir más reforzado, para convertirse en mejor persona y mejor profesional. Y entrenaba su mente para casi mientras lo pensaba, arrancar y ponerse en marcha. "Hazlo desde ya".- se repetía. 

Y Jose motivaba a los demás en cuanto podía para aprender a motivarse a sí mismo. Y desde que recuerdo, ejercía buenas acciones, pero nunca las contaba, no se vanagloriaba de sus ayudas y consejos, pero sí que disfrutaba cuando sus colegas y amigos salían del atolladero.

Y al contrario que Pepe, Jose dormía bien, se alimentaba bien, cuidaba su cuerpo, y evitaba el estrés. 

Y recordando al consejo que ese padre siempre daba a su amada hija, era lo que reconozco como un hombre feliz y un eterno aprendiz. Escuchaba, leía, vivía desde la humildad del que no sabe y se fijaba mucho en los que antes que él habían recorrido el camino de piedras y habían alcanzado la meta ansiada del éxito (siempre desde el punto de vista que él tenía del mismo).



Todos tenemos de Pepe y de Jose en nuestro interior, en nuestras acciones, en nuestra actitud. Del porcentaje de cada uno depende nuestro multiplicador, y ay de aquellos a los que el mismo resulte un valor inferior a la unidad. No digo nada.

domingo, 31 de marzo de 2024

PIENSA RÁPIDO O DESPACIO, PERO PIENSA

"La gente tiende a evaluar la importancia relativa de ciertos asuntos 

según la facilidad con que son traídos a la memoria, 

y esto viene, en gran medida, determinado por el grado de cobertura 

que encuentran en los medios"


Daniel Kahneman (1934-2024)

Psicólogo israelí-estadounidense




Cuando me enteré que Daniel nos había dejado, pensé en los ratos que tuvimos la suerte de departir juntos. No fueron fáciles conversaciones, pero aprendí mucho las ocasiones que me acerqué a sus charlas. Tengo que reconocer que evitaba pasar largos ratos con él. Era difícil y tedioso todo lo que enseñaba el maestro.


No es un reto pequeño el de entender cómo funciona nuestra mente, pero Daniel fue capaz de explicarnos como la misma usa dos sistema cognitivos distintos, dependiendo de la necesidad. Tenías razón, Daniel, l
a verdad es que tendemos a complicar lo simple, según nuestra aversión a la pérdida así será nuestra estimación del valor y del riesgo. Y por último, los dos sistemas evaluarán tus experiencias de vida de una manera muy diferente, siempre comentabas; y esto es cierto, sin duda.

El sistema 1, el procesamiento mental, es el que lee emociones y trabaja en automático. El sistema 2, el esfuerzo consciente, en cambio hace cálculos complicados y trabaja cuando necesitamos concentrarnos en detalles específicos. Además, el primero es muy rápido y el segundo más lento. Pues bien, dependiendo del esfuerzo que se necesite para atender algo se utilizará uno y otro.

Simple, vinculado a una causa efecto directa, anclado a un tópico o a información reciente: allí encontramos al sistema 1.

Ampliando los errores, encontrando razones para seguir creyendo en respuestas y soluciones nuevas a la par que se amplia información: aquí tenemos al sistema 2.


Avanzando en el poder de la mente, a base de conversar con Daniel, aprendí que de manera natural nos solemos concentrar en el mensaje, y no en su relevancia, y aprovechamos para moldear nuestros miedos y planes de futuro vía los ejemplos vividos. O sea, como tendencia nos centramos más en pocos eventos que nos marcaron y ocurrieron en el pasado en contra de muchos que nunca nos sucedieron.

Vamos, que distorsionamos la realidad por lo vivido combinado con la nueva información que nos llega. Y además, todo esto influye en que somos excesivamente optimistas y nos solemos sobrevalorar. Gracias a todo esto que me iba enseñando, me decía, la economía iba creciendo, debido a emprendedores, inventores, profesionales y empresarios con tendencia a iniciar nuevos retos y negocios a pesar que la probabilidad de éxito juegan siempre en su contra.

Un día me relató cómo no siempre los expertos eran buenos consejeros. La especialización depende de la habilidad de un individuo, el feedback y la práctica. Pero cuando el desafío es de alta variabilidad, y la suerte determina el éxito, entonces, poco pueden hacer o aconsejar los que Daniel llamaba expertos o especialistas. Nada pueden hacer o decir donde la laguna entre acción y feedback es inmensa.

Otra vez me comentaba sobre el efecto donación, y cómo cuando algo nos pertenece, aunque sea solo un poco tiempo, tendemos a sobreestimar el valor de esos bienes respecto de los que no poseemos.

Al final me quedo con que tenemos una sola mente, pero dos "yo". Y estos dos "yo" se dividen dependiendo de la calidad de nuestras experiencias. Una parte es la que vive la vida, la rutina, lo sencillo. La otra es la que evalúa las experiencias, la que extrae lecciones, la que toma decisiones sobre el futuro. 

En definitiva no podemos cambiar lo que nos ocurre, pero sí el foco y en qué consumimos el tiempo. Y precisamente ese foco va moldeando tus evaluaciones mientras vives, y por cierto, me decía, nada es tan importante en la vida como pensamos.



Aprovechando una última vez que nos vimos antes que nos dejara Daniel, aunque siempre quedará su obra y sus libros, le pregunté por cómo podría poner en práctica sus lecciones y me dijo lo siguiente: 

- En primer lugar intenta repetirte los mensajes que deseas incorporar a tu día a día.

- Intenta no influenciarte por el sensacionalismo mediático. Y recuerda que no hay más razón porque te lo digan más veces o porque sea lo último que escuchaste.

- Para terminar, y en la búsqueda de una vida tranquila y exitosa, busca siempre mantenerte positivo y de buen humor. De esta manera te volverás más intuitivo, además de creativo.

sábado, 23 de marzo de 2024

BATALLA ENTRE TÚ Y EL EGO

"El tabique que separa la sana autoconfianza 

de la insana arrogancia es realmente fino"


Haruki Murakami (1949-?) 

Escritor y traductor japonés


Últimamente sentía que el equipo estaba necesitado de dar buena imagen al exterior, carecía de humildad y a menudo caía en el puro ejercicio de la soberbia.

Vivir apegado en exceso a nuestros pensamientos, a nuestras necesidades, nos sitúa de manera fantasiosa por encima de los demás. Es verdaderamente una distorsión de la realidad que el ego domina y por supuesto, el hecho de conocerse a si mismo se complica por momentos.

Recordé una frase que me había perseguido desde aquel día en el que un compañero me comentó al respecto: "El ego necesita creerse superior para disimular su verdadero sentimiento de inferioridad".

Antes de citarles, repasé al equipo y vi personas dominadas por el ego, engañadas, que se creían superiores al no ver la realidad. Es como si tuvieran una máscara que necesita constantemente la aprobación de los demás, porque en el fondo lo que hay es temor. Es como que han ido tejiendo un personaje, alejándose de la sencillez y complicando sus vidas, con una falsa autoestima proyectada para que nadie descubra la inseguridad que realmente habita en su interior.

La iniciativa es nula cuando el ego arraiga, por lo que el terreno conocido y seguro será el hábito de vida, donde es aceptado, donde el piropo falso e interesado reverbera en los oídos del ególatra.

Al contrario, la persona con una autoestima verdadera no tendrá nunca miedo a explorar lo desconocido, independientemente de la no aprobación del ajeno, aceptando otras voces, otras ideas, pero sin molestarse en absoluto por lo que dirán o lo que no salga a la primera. Aprovechará para aprender, sin duda, sin rasguño aparente ni daño en lo que a su valía se refiere.

Pero el ego pide alimentación constante. Y si no, la persona se sentirá tímida, con rabia, con pena o incluso miedo. Se demuestra que es una falsa seguridad, como una coraza engañosa. El tema es que la identidad de uno mismo, en ese caso, depende de lo que los demás piensen de él.


Preparé la reunión con todos en una sala adecuada al número de asistentes; y no fallaron a la cita. Sabían que era importante para todos. Hacía tiempo que no les había citado con tanto tiempo y mediante esa carta personal que mandó el mensaje correcto y claro sobre la trascendencia de la reunión nadie falló.


Y allí estaban todos, juntos, preparados para iniciar la reunión:

- El jinete, copiando ideas ajenas para su propio beneficio. 

- El prestigioso, siempre buscando aplausos, reconocimiento en todo lo que dice o hace.

- El interruptor, nunca dejando hablar al resto, interrumpiendo sin respeto y sin empatía hacia el equipo.

- El envidioso, nada tolerante con los éxitos de las otras personas de la organización. Para él, la regla básica es la teoría de la escasez, la tarta discreta; trozo que se comen, trozo que no es para mí.

- El silencioso, callado, como muy atento y comprensivo, pero crítico e hipócrita. Trabajando de manera desleal y juzgando siempre a las espaldas, haciéndose pasar por amigo. Muy peligroso, por cierto, porque no lo ves venir nunca.

- El insaciable, tomando a toda costa siempre el control, procurando siempre ser el centro de atención.

- El sabelotodo, siempre teniendo la razón, dando consejos o explicaciones incluso en temas que no controla o no le han pedido ni siquiera su opinión.

- El sordo, hablando y hablando sin parar, sin escuchar. 

- El manipulador, apelando al engaño para conseguir beneficios y arrimando el ascua a su sardina.

- Y por último, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario, el orgulloso, manifestando su alta competitividad y nula aceptación de las derrotas, soberbio y bien alejado de la humildad, la solidaridad y el compañerismo.


El ruido del puente grúa pasando por la venta del despacho me sacó del pensamiento profundo, de repente. Estaba solo en mi despacho. En realidad, los diez compañeros en los que se representaba ese maligno ego estaban en mí. Sabía que convivían conmigo porque por miedo al fracaso no arriesgaba, y siempre quedaba "seguro" dentro de la zona de confort. A veces me veía a mí mismo diciendo cosas positivas sobre mí sin realmente creerlo, buscando la aprobación del prójimo e intentando atraer la atención del resto. Y sobre todo, excesivamente pendiente de la impresión que causo o pueden causar mis acciones y/o decisiones a los demás.



Me comprometí a cambiar. Debería poner el foco en el interior y no en el exterior. No debía pretender ser más, pero tampoco menos. Eliminar culpas, exigencias desorbitadas, perfeccionismo o la necesidad de siempre tener razón construyendo un camino también para la descarga de ese pesado ego. Disfrutar de las pequeñas cosas, apreciando la vida como bella y como el auténtico regalo, y practicaría la gratitud. Reconocer lo que otras personas han hecho por mi, y agradecer por lo que ya se tiene y no estar siempre disgustado y atareado por conseguir lo que falta. 

Y escuchar. Escuchar para abrirse a la experiencia del otro acallando al yo. Y pensar en modo "nosotros". Y forzaría el darse cuenta que el ser es sencillamente complejo, diferente y contradictoriamente similar, necesitándonos siempre los unos a los otros, evidenciando que el equipo siempre supera al individuo. 

Volví a casa pensativo, en paz, escuchando la esencia interior, de donde brota una buena persona que merece la pena, bloqueando al ego que todo lo nubla y saca lo peor de mí mismo.